MODELOS QUE FORTALECEN LA IGLESIA LOCAL
Por David Malverde B.
INSTRUCCIONES BÍBLICAS PARA EL SOSTENIMIENTO DE UNA COMUNIDAD
Jesús: Una Propuesta Contracultural
El período descrito por relatos de los evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas), señalan que para el siglo I d.C. la cultura jerárquica dominaba la esfera social, religiosa y familiar. El teólogo protestante Gilbert Bilezikian describe esta cultura como una realidad ineludible de la vida cotidiana, ya fuera en el hogar, el mercado, la sinagoga o la vida política, todos tenían que asumir el rango adecuado según las múltiples escaleras de la jerarquía y tener en cuenta el nacimiento, la raza, el género, las riquezas y la influencia. Esta realidad era tan dominante que los discípulos de Jesús no podían concebir el Reino de Dios en términos diferentes.[1] Por esta razón, los registros neotestamentarios dan cuenta de la actitud de Jacobo y Juan, los cuales manipulan a su madre para que le solicite a Jesús los lugares de mayor poder en su reino venidero (Cf. Mr. 10:32-41; Mt. 20:17-18; Lc. 18:31-34).[2] Y este escenario es adecuado para que Jesús revolucione el liderazgo de su época, mediante el discurso educativo sobre la grandeza y la encarnación de los principios del liderato espiritual.
De acuerdo con la interpretación de los textos hebreos, los judíos del período intertestamentario reinterpretaron el concepto del Ungido, término que se le otorgaba tanto a reyes como sacerdotes, basado en el método midrash aplicado a las profecías del Antiguo Testamento.[3] El desarrollo de esta imagen mesiánica se vinculaba con una predicción de un rey que gobernaría no sólo a Israel, sino también al resto de las naciones y pueblos. En su gobierno habría justicia, paz y distribución de poderes sobre los territorios. Por esta razón, es que Jacobo y Juan buscan un puesto de autoridad. El Evangelista Marco dice que la madre le dijo a Jesús que uno se sentase a su derecha y el otro a su izquierda (Cf. Mr. 10:37). ¿Qué otra respuesta podría ofrecer el mismo Mesías a sus súbditos? Evidentemente, la respuesta común sería una aceptación o un rechazo, pero basado en las competencias. Sin embargo, la respuesta de Jesús fue contracultura, porque literalmente golpeó el paradigma del liderazgo secular al introducir la idea innovadora del liderazgo espiritual basado en el servicio. Jesús les dijo que aquellos a quienes consideraban jefes de las naciones, que ejercen su poder de presión sobre sus súbditos, el líder espiritual en el reino oculto que el Mesías está por establecer deberá vivir entre los ciudadanos como servidor y esclavo (Cf. Mr. 10:42-43).[4] Pero, esta enseñanza no está carente de autoridad moral, puesto que Jesús ejemplificó estos principios durante su misión y ministerio. Un maestro de la ley le pidió seguirle y Jesús le responde que el Hijo del hombre (hace referencia al Mesías Cf. Dn. 7:13) no tiene dónde recostar la cabeza (Cf. Mt. 8:20). En el evangelio cristológico del apóstol Juan, se afirma que Jesús declaró haber venido a hacer las obras de Dios y en tanto que está en el mundo debe ser luz (Cf. Jn. 9:4-5). En capítulos posteriores, Jesús se humilla para lavar los pies de sus seguidores escogidos (Cf. Jn. 13:1-20). No obstante, la humillación más grande fue su arresto y crucifixión, por amor a la humanidad. Ésta, su verdadera misión, es la que encarna vívidamente la obediencia perfecta de un siervo y el Padre lo exaltó hasta los sumos (Cf. Fil. 2:9).
La iglesia del primer siglo continuó con estas instrucciones para exhibir un modelo de liderazgo centrado en el servicio, la humildad y el genuino amor. Es de extrañarse, entonces, que las congregaciones modernas pongan énfasis en liderazgos protagónicos, utilizando las figuras de autoridad para cargar el ministerio pastoral y relegando a la grey a ser simples hacedores individuales y sustentadores económicos de la predicación de la palabra de Dios. Consolidar una comunidad de cristianos bajo este esquema debilita, o bien suprime la función formadora de sus miembros, y junto a ello la misión transformadora de la Iglesia de Cristo en la sociedad. Los dones espirituales son para la edificación de la comunidad, pero quedarán inhibidos si el carácter de los feligreses es inmaduro, inexperto o pecaminoso. ¿Quién puede atreverse a aconsejar sobre la sexualidad si aún permanece esclavo de la pornografía? ¿Quién puede compartir el evangelio de salvación y poder, sin aún desconfía de las promesas de Dios? ¿Quiénes pueden exhortar a las ofrendas si éstas sólo son acumuladas por años o restringidas a actividades programáticas? El teólogo inglés Jonathan Lamb prevé esta situación y hace un llamado a observar nuestra vida. Él sostiene que las Escrituras nos exige que vivamos conforme al valor de nuestro llamamiento. Éstas hablan de una fe que funcione, una verdad en acción, una piedad visible en la vida cotidiana. Los primeros cristianos no podían permitirse una vida incoherente. Cuando leemos el Nuevo Testamento observamos que hay una estrecha relación entre la santidad y la misión. El apóstol Pablo sentía este mismo temor de asistir a otros mientras enfrenta sus luchas internas.[5] Por esta razón, es que la carga ministerial no debe ser monofocal ni humanista, sino multifocal, eclesiológica y cristocéntrica. La comunidad local debe estar sana e involucrada en los aspectos relevantes de su misión. Para ello, hay un modelo que integra cuatro disciplinas bíblicas, a saber, la “Consejería, Discipulado, Mentoría y el Coaching Cristiano”. Estas son útiles para restaurar, reconciliar y santificar, asesorar y entrenar.
La Función Formadora de la Iglesia Local
El rol formativo eclesiástico posee un contexto histórico que ha ido desarrollando dos corrientes educativas. La postura tradicionalista consiste en los ministerios basados en la congregación. La iglesia del primer siglo efectuaba obras de evangelización y consolidación (He. 6:8-10), los apóstoles se encargaban de fundar congregaciones con sus respectivos obispos, predicar exhaustivamente la doctrina del Señor (He. 6:4) y encargaban a diáconos discipulados (He. 6:1-7). En contraste, la postura transformadora en la que, mediante un extenso proceso histórico iniciada en la era post-apostólica, exaltada en la iglesia medieval y conservada en la reforma protestante, efectuó la transición de ministerios congregacionales al surgimiento del “ministro en una institución”. Éste reemplazó gradualmente el sacerdocio de todos los creyentes por el ministerio de un clero profesional. Es la privación del ministerio de los laicos, quedando relegados a servicios marginales de apoyo poco relevante para la misión eclesiástica y espiritual.[6]
Con la finalidad de defender el enfoque basado en el trabajo en medio de, y con la congregación, es que debe establecerse un modelo con cuatro pilares para consolidar a la comunidad de la iglesia local. Estos serán tratados desde la cosmovisión cristiana.
La Consejería
De acuerdo con la investigación del psicólogo clínico, PhD. Gary R. Collins, los consejeros ayudan a las personas a lidiar con problemas depresivos, ansiedad y conflictos interpersonales. Muchos buscan asistencia por el dolor que experimentan, la culpa, la inseguridad, el sentimiento de fracaso, o bien la inhabilidad para controlar la ira, sus adicciones o luchas sexuales. Estos asuntos son significativos, puesto que indican en la vida personal que algo marcha mal, hay carencia y una necesidad de restauración. Por esta razón, la consejería es reactiva y busca traer consuelo desde las experiencias negativas, las cuales son diversas en intensidad y severidad.[7] Esta laboral pastoral puede ser ejercitada desde el interior de la comunidad hacia la misma para enfrentar juntos el pasado oscuro que perjudica la cotidianidad y la vida saludable en el presente. Este desafío aborda desde el hoy los traumas del ayer, por tanto, su interés tiene que ver con los problemas.
De acuerdo con la investigación del teólogo PhD. David Powlison, la iglesia norteamericana del siglo XX había perdido el uso de las verdades bíblicas y la sabiduría práctica para abordar la variedad de casos en materia de consejería. Esto dio origen a que el secularismo psicológico tomase el campo.[8] Por ello, la comunidad local debe manejar suficiente y eficazmente las Sagradas Escrituras, ya que son sus reglas de fe y conducta. El poder espiritual que está presente en la Palabra de Dios es transformacional, dinámico y transcultural. No se puede aconsejar bíblicamente ignorando las soluciones divinas.
El Coaching
El entrenamiento no está dirigido a aquellos que necesiten terapia para superar la disruptiva influencia del dolor que trae el pasado, en lugar de ello, su objetivo es ayudar a las personas a identificar la visión de Dios para sus vidas y movilizarlos hacia dicho futuro. No dice relación con la sanidad interior, sino con el desarrollo personal. Se enfoca menos en vencer las debilidades y más en adquirir habilidades (fortalezas) para alcanzar la visión.[9] Se enfoca en los frutos del espíritu y los dones, la esperanza y las oportunidades. Es un desafío que aborda desde el hoy hacia el mañana. Esta laboral es alentada por la autoridad apostólica en lo relativo a la edificación (Cf. 1 Te. 5:11).
La Mentoría
El mentor exhibe personalmente su labor a quien se prepara para replicarlo o perfeccionarlo. Se enfoca en supervisar cada uno de los aspectos para asistir personalmente las mejoras y correcciones. Por tanto, este modelo requiere confrontación sabia, rendición de cuentas y retroalimentación permanente.[10] La mentoría es un proceso que debe ser siempre liderado por quienes tengan una vasta experiencia y estudios en su campo. Los cristianos maduros que han aprendido lecciones de sus vivencias y se han educado apropiadamente, son los candidatos idóneos para conformar y compartir esta autoridad al resto de la comunidad. El empoderamiento debe ser gradual y constante. Podemos ver el ejemplo de Pablo con Timoteo durante toda su travesía en los Hechos de los Apóstoles (Cf. He. 16:1-5).
El Discipulado
El propósito de esta disciplina es facilitar el crecimiento y madurez espiritual de los creyentes, a través de las enseñanzas bíblicas y espirituales.[11] Guarda una relación con la vida práctica en el sentido de que, exhorta a la aplicación rigurosa de los principios del Reino para que el carácter de Cristo se forme, más no lo supervisa. Creo que este campo no puede quedar relegado sólo a los maestros, debe haber un componente de liderazgo influyente y relacionador entre el exhortador y aquel que busca crecer en Cristo.
Todos estos modelos independientes son insuficientes para el crecimiento y sostenimiento saludable, con relación a la misión de la iglesia. Pero, todos estos requieren de un vínculo relacional para que funcionen y no puede ser otro que la misma comunión y amistad que debe existir entre los creyentes maduros y los débiles. Debe ser intencional y positivamente influyente. El ingrediente del liderazgo revelado contraculturalmente por Jesús y el enfoque del ministerio que nace desde las congregaciones, proveen un modelo cuatri-direccional que fortalece y sostiene a la comunidad local.
Hago una cordial invitación para todos aquellos que han probado del bautismo en el cuerpo de Cristo (Cf. 1 Co. 12:13) y efectuado por el Espíritu Santo, de que adopten un trabajo en equipo. Es el llamado a devolver el ministerio del clérigo al pueblo de Dios. Para los modernos tiempos, es un llamado a los “ministros” a que realicen el trabajo a través de la comunidad, pues mientras los hacen crecer, también les ayuda a realizar la laboral en el nivel más alto. Cuando capacitan a las personas, les enseñan cómo hacer un trabajo, pero cuando desarrolla a las personas, les están ayudando a mejorar como creyentes.[12]
REFERENCIAS
[1] Cf. Gilbert Bilezikian (tr. Adriana Tesore, ed. Carlos Peña), Comunidad Elemental: reivindicando la iglesia local como una comunidad unida, Florida, Editorial Vida, 2009, p. 145.
[2] Cf. Lawrence O. Richards (ed. Interpret The Spirit, Karín Föster, Adrián Aizpiri), Comentario Histórico-Cultural del Nuevo Testamento, Florida, Editorial Patmos, 2014, p.121.
[3] Cf. Michael Rydelnik, The Messianic Hope, Nashville, B&H Publishing Group, 2010, pp. 53-80.
[4] Cf. Richards, op. lit., p. 121. El modelo secular es tradicional y jerárquico. El que gobierna está por encima de los demás, y su voluntad e intenciones son centrales. Los demás son utilizados para obtener mayor gloria. En contraste, vemos que Cristo, a quien el Padre ha otorgado toda autoridad, vivió entre los seres humanos como servidor y utilizó su poder para satisfacer las necesidades y sanar las enfermedades de la gente.
[5] Cf. Jonathan Lamb (tr. Adriana Powell), Integridad: liderando bajo la mirada de Dios, Buenos Aires, Ediciones Certeza Unidad, 2010, p. 16.
[6] Cf. Bilezikian, op. lit., pp. 171-173.
[7] Cf. Gary R. Collins, Christian Coaching: Helping others turn potential into reality, Colorado Springs, People Helper’s International, Inc, 2009, pp. 14-15.
[8] Cf. John MacArthur et al. La Consejería: Cómo aconsejar bíblicamente, Nashville, Grupo Nelson, 2009, p. 65.
[9] Cf. Collins, op. lit., p. 14.
[10] Cf. Ibidem., p. 18.
[11] Cf. Ibidem., p. 20.
[12] Cf. John Maxwell (tr. Huber Valverde), Líder de 360°, Nashville, Thomas Nelson Inc, (3° ed.), 2018, p. 2012.
BLIOGRAFÍA
Bilezikian, Gilbert (tr. Adriana Tesore, ed. Carlos Peña), Comunidad Elemental: reivindicando la iglesia local como una comunidad unida, Florida, Editorial Vida, 2009.
Collins, Gary R., Christian Coaching: Helping others turn potential into reality, Colorado Springs, People Helper’s International, Inc, 2009.
MacArthur, John y La Facultad de The Master’s Seminary, La Consejería: Cómo aconsejar bíblicamente, Nashville, Grupo Nelson, 2009.
Maxwell, John (tr. Huber Valverde), Líder de 360°, Nashville, Thomas Nelson Inc, (3° ed.), 2018.
Lamb, Jonathan (tr. Adriana Powell), Integridad: liderando bajo la mirada de Dios, Buenos Aires, Ediciones Certeza Unidad, 2010.
Richards, Lawrence O. (ed. Interpret The Spirit, Karín Föster, Adrián Aizpiri), Comentario Histórico-Cultural del Nuevo Testamento, Florida, Editorial Patmos, 2014.
Rydelnik, Michael, The Messianic Hope, Nashville, B&H Publishing Group, 2010.