SERMÓN
¿CUÁNDO LOS CREYENTES CAEN EN TENTACIÓN?
Por David Malverde
TEXTO: 2 Samuel 11:1-4.
ASUNTO: El Pecado
TEMA: ¿Cuándo los creyentes caen en tentación?
PROPOSICIÓN: Los creyentes caen en tentación cuando descuidan sus responsabilidades.
INTRODUCCIÓN
Parece ser increíble que todos los que hemos puesto nuestra fe en el Salvador seamos potencialmente vulnerables a las tentaciones. Nosotros tenemos un conocimiento intelectual de la gracia de Dios y que ésta es suficiente para preservarnos en santidad, pero carecemos de una firme determinación para someternos a sus principios y valores. Además, hay quienes fracasan intentando remediar esto desde un enfoque puramente religioso o terapéutico, creyendo que sólo es una cuestión de normas e ignorando la verdadera motivación. Debemos ser honestos si pretendemos enfrentar las tentaciones y cuestionarnos el por qué hacerlo, nos ayudará a reflexionar sobre nuestras motivaciones internas, las cuales deben estar basadas en el profundo amor que tenemos por Dios, por nuestras esposas, hijos y amigos. Este asunto pecaminoso es realmente importante, porque cometemos acciones que resultan en experiencias dolorosas, en un sentimiento de vergüenza y culpa. En otros casos, cuando nuestros pecados coinciden con los delitos arriesgamos una sentencia penal ante los tribunales de justicia.
ORACIÓN TRANSITORIA: Revisemos el caso del Rey David, un excelente monarca, un gran adorador, amante de su pueblo, un hombre de fe y quien al descuidarse cometió adulterio y homicidio.
CUERPO
I. Caemos en tentación cuando estamos en donde no deberíamos estar:
A. Explicación: La historia comienza en el v.1 con el período en que los reyes salían a la guerra. Es entonces, que se describe al Rey David delegando la responsabilidad bélica de su gobierno al capitán Joab para quedarse en Jerusalén.
B. Explicación: Todos sabemos que, por la naturaleza pecaminosa, tenemos distintas debilidades. El caso del Rey David no es la excepción, porque tenía un problema sexual. Por tanto, al desocupar un espacio en su agenda, una que por cierto estaba destinado a la obligación de su liderazgo, facilitó de manera inmediata el ocio.
C. Aplicación: Si has de hacer un cambio en tu planificación diaria, asegúrate de que siempre sea un intercambio de actividades, de lo contrario el ocio absorberá tu tiempo. Estarás donde no deberías y te volverás inmediatamente vulnerable a la tentación.
II. Caemos en tentación cuando vemos lo que no deberíamos ver:
A. Explicación: El v.2 utiliza la expresión “al caer la tarde” y significaba que el Rey David estaba tomando una siesta y luego se levantó y subió a su terraza a pasear. Notamos este contraste en la historia sobre una guerra que es vivida en dos estilos diferentes. Tenemos a las tropas arriesgando su vida por el reinado y por cada familia representada por estos guerreros. Por otro lado, vemos a un David flojo y negligente. Las Escrituras, de manera uniforme, describen a David como un salmista, un hombre de oración y adoración. Es quien busca inconstantemente el rostro de Dios. Sin embargo, aquí lo vemos enajenado de su presencia y envuelto en sus placeres personales.
B. Aplicación: Por esta razón es importante atender la disciplina de la oración y la intimidad con nuestro Dios y Salvador. Hay mucho tiempo que invertimos en redes sociales o programas de televisión y dejamos tan poco para tener comunión espiritual. Si somos potencialmente vulnerables, en circunstancias como estas nos volvemos personas directamente expuestas a la tentación.
C. Explicación: El v.2 continua la historia para mostrar el resultado del ocio de David. Desde el ángulo donde estaba paseando vio a una mujer que se estaba bañando, probablemente limpiándose de alguna polución ceremonial, conforme a la ley.[1] Para alguien con semejante debilidad por las mujeres, este encuentro visual tuvo un impacto significativo en su voluntad. Su corazón concibió rápidamente la concupiscencia, es decir, un deseo sexual desordenado por tener a una mujer hermosa.
D. Aplicación: Cada vez que no hagas el intercambio de actividades en tu agenda, estarás explícitamente expuesto a la tentación. Verás lo que no deberías ver, querrás lo que no debes. El séptimo mandamiento del decálogo judío establece que “no debemos cometer adulterio” (cf. Éx 20:13). Esta enseñanza fue recogida por la iglesia primitiva y sostuvieron que los adúlteros no heredarán el Reino de Dios (cf. 1 Co 6:9).
III. Caemos en tentación cuando actuamos sin supervisión:
A. Explicación: En el v.3 podemos conocer las intenciones de David a través de sus acciones. El fantaseó sexualmente con la mujer y la codició para sí mismo. Por tanto, envió a investigar su identidad. Al descubrir que ella se llamaba Betsabé y estaba casada con Urías, un soldado leal y apasionado por el servicio, tomó una decisión considerando las consecuencias y cómo iba a lidiar de mejor manera con el pecado que cometería. Eventualmente, la tentación puede ser súbita y repentina, pero es inconcebible e ingenuo suponer que el Rey David no se había dado cuenta que era la máxima autoridad humana en Israel, quien impartía justicia y dirección estratégica al pueblo y que, ninguno de sus soldados y capitanes lo delataría ante los sacerdotes por la lealtad que le tenían. Esto es corroborado por el mismo Urías, quien en el v.11 confiesa que está peleando por la vida y el alma del mismo Rey David. Por tanto, en ausencia de una autoridad que le exija rendir cuentas por acciones morales, o el cuidado espiritual de su vida, es que David procede a transgredir los límites creyendo falsamente que no experimentará consecuencias con su adulterio descrito en el v.4.
B. Aplicación: Es un grave error “pensar que no somos culpables por nuestros malos actos y decisiones irresponsables ante un Dios que no puede ser burlado”. Asumir que no tendremos consecuencias negativas por equivocarnos al ofender al Señor es un tremendo engaño. Probablemente no existe fraude más extraordinario que el mentirse a uno mismo. La Biblia menciona que “nada hay tan engañoso como el corazón. No tiene remedio ¿Quién puede comprenderlo?” (cf. Jer 17:9). Necesitamos alguien en quien confiar, con quien podamos ser honestos sobre nuestras debilidades y pedir ayuda focalizada en estas áreas. Cuando tengamos un sistema de rendición de cuentas, sea con nuestras esposas, líderes, pastores, amigos o parientes, habremos potenciado nuestras fortalezas. De hecho, el Rey David no habría podido tomar a Betsabé con tanta facilidad.
ORACIÓN TRANSITORIA: Por esta razón los creyentes que andan en tinieblas deben volverse a la luz y, tras someterse a Dios, comenzar a abandonar su estilo de vida pecaminoso.
CONCLUSIÓN
Hemos notado cómo tres condiciones fundamentales nos vulneran espiritualmente para ser objetos de la tentación. Si el Rey David hubiese estado en su puesto al frente de sus tropas, no habría estado expuesto a la tentación. Lo que nos recuerda que, siempre que nos hallamos fuera del camino de nuestro deber, nos encontraremos en el camino de la tentación.[2]
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
[1] Matthew Henry (tr. Francisco Lacueva), Comentario Bíblico, Barcelona, Editorial Clie, 1999, p. 340.
[2] Cf. Ibidem., p. 339.